Cuando acudimos a visitar en el hospital a Raúl, ya muy malito – ¡Anda, que he tenido que ponerme así de malo para que nos veamos!, nos dijo entre risas a una amiga y a mí- intuíamos que algo trascendental estaba pasando.
Un “Emaús” peculiar
A veces, el Espíritu genera una inquietud tal en nosotros, facilitándonos ir en una cierta dirección, que es inevitable reconocer Su mano. Y con claridad vimos que el Señor nos tenía preparado aquel encuentro, regalándonos un testimonio de tal valor que no se puede quedar sólo en nuestro recuerdo.