Llegamos al mes de junio y el calendario nos recuerda la proximidad de la fiesta de Santa María del Perpetuo Socorro. Un momento especial para vivir la comunión en la oración y misión de la Iglesia. Y es que celebrar a María no es otra cosa que pasar por el corazón a su Hijo, reconocer la presencia del Espíritu en medio de nosotros que nos ayuda a caminar y a afrontar la vida. Como decía el papa Benedicto XVI: “en cualquier lugar donde los cristianos se reúnen en oración con María, el Señor dona su Espíritu”.
Es un clamor que necesitamos -de manera especial en este tiempo- la fuerza del Espíritu para que revista nuestro mundo de paz, de tolerancia, de respeto y dignidad en tantas situaciones donde el ser humano está siendo violentado. En Palestina, según un informe de la ONU: “las personas mayores, menores y familias supervivientes están muriendo de hambre”. También numerosos organismos nacionales e internacionales se han hecho eco de lo que está sucediendo en estas tierras, entre ellos la Conferencia Episcopal Española que publicó un comunicado, en el que defiende la paz y pide que no se silencie lo que está sucediendo porque, entre otras cosas, nos convierte a todos en cómplices de un exterminio, dice así: “Queremos el pleno respeto de todos los derechos humanos en todas las tierras que pisó nuestro Señor Jesucristo y en todo el mundo… quedarnos indiferentes es una incoherencia con nuestro ser cristiano… con el Papa León XIV, decimos que la paz no es el silencio sepulcral después del conflicto, no es el resultado de la opresión ni del exterminio, sino un don que mira a las personas y reactiva su vida. Rezamos por esta paz, que es reconciliación, perdón, valentía para pasar página y volver a comenzar una relación de respeto y convivencia” (Llamamiento de Justicia y Paz para una paz desarmada y desarmante en Gaza, Comisión Justicia y Paz de la CEE, 25-05-2025).
El camino que propone Jesús no es el de mirar para otro lado o el de alejarnos de los que piensan distinto, o el de la indiferencia… nuestro ser cristiano exige reconocer en todas las personas seres humanos creados por Dios a su imagen y semejanza y por tanto en igual dignidad. En el jubileo de la esperanza que estamos celebrando, el papa León XIV insiste en que estamos llamados a construir la paz, a tender puentes de tolerancia, de diálogo y de justicia para todo ser humano, para todo pueblo y nación, con el firme convencimiento de que es Dios quien mueve la historia, aunque a veces, nos parezca ausente o lejano.
En este mes del Perpetuo Socorro estamos llamados a orar intensamente por la paz, sea de manera individual, en comunidad, o en las distintas celebraciones (eucaristías, novenas, rosarios…) con las que renovamos la presencia maternal de María del Perpetuo Socorro en la Iglesia. Que seamos capaces de acoger la paz que Dios nos ofrece en Jesús, que sepamos conservarla y expandirla por todo el mundo. Que la ternura de María nos haga valientes, pacientes y eficaces para comprometernos en el trabajo por la justicia, fundamento de la paz que todos necesitamos.
Un mosaico de colores
La portada de este mes es un mosaico compuesto por diferentes piezas de cerámica, vidrio y otros materiales. Su autor, el redentorista Carlos Pereira, quiso mostrar así la riqueza y la pluralidad que despierta María en su Iglesia. Ella es presencia del Espíritu que nos impulsa a seguir a su Hijo. Feliz fiesta del Perpetuo Socorro.