Si quieres entender qué significa “ser levantado”, “ser enaltecido”, “subir”, has de aprender primero qué significa “bajar”, “descender”, “rebajarse a sí mismo”, “encarnarse”.
Éste es el misterio de la fe: “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz”.
Ese camino hacia lo hondo, hacia “lo profundo de la tierra”, ese “despojarse”, “rebajarse”, “someterse”, es el camino que lleva al “enaltecimiento”, como si no hubiese otro modo de acceder a él, como si el “vaciamiento de sí” fuese el seno natural donde se genera el señorío de Cristo Jesús.