Todavía recuerdo mi piel erizada cuando el 13 de marzo de 2013 el Papa Francisco, recién elegido por el cónclave, se inclinaba ante la gente de la Plaza de San Pedro pidiendo su bendición y su oración. ¡El pueblo bendiciendo a su pastor! ¿Qué clase de Papa era este que se inclinaba? Tuve el presentimiento de que algo maravilloso estaba por suceder en la Iglesia. Y así ha sido. El Espíritu Santo nunca defrauda. Este Papa ha sido un regalo muy especial de Dios. Ha sido el Papa de los gestos y de la ternura. Un Papa sin miedo a los abrazos y a las lágrimas. Pero no un Papa blandengue, también fue capaz de celebrar la Santa misa sobre una patera en Lampedusa y gritar “vergogna!” por la tragedia de tantas vidas humanas perdidas en el mediterráneo, para remover las conciencias de muchos políticos pasivos e indiferentes a la tragedia.
Se nos ha ido el Papa de los detalles
Víctor Chacón CSsR