Próximos ya a un tiempo que ha- bitualmente se llama descanso, nos interesa tener muy presente, sin embargo, que la realidad está para poco relajo. Las noticias no dejan de sorprendernos con esa capacidad, casi de película, de ser cada vez más sensacionalistas e impactantes. Aunque parezca un argumento de cine, la realidad es que vivimos en un mundo em- peñado en matar, herir y hacer guerra. Una paradoja ante el fre- cuente progreso que, a la vez, el mundo comercial nos vende.
Este tiempo de descanso o cambio de actividad, depende de ti, en buena medida, de cómo lo practi- ques. La idea es que nos ayude para una vuelta a la normalidad que sea más constructiva y res- ponsable si cabe. Las fuerzas, du- rante el año se van gastando; la capacidad para las relaciones sin- ceras también… se suma la ten- sión, siempre, de salir adelante, ser responsable y, a la vez, disfrutar de la vida. Ahora relajados de res- ponsabilidades podemos empren- der un viaje interior. Y ahí depende de ti, solo de ti, que sea un ejercicio de viajero o de turista.
Hace unos años cayó en mis ma- nos un libro: Las casualidades no existen, (Borja Vilaseca, 2021), en el que el autor ofrece una suge- rente diferencia entre viajero y turista. El viajero descubre; el tu- rista consume… El viajero con- quista, aprende y se interroga… El turista se deja llevar, participa y no crea… Y así una sucesión de diferencias de matiz que, sin embargo, interrogan fuertemente la necesaria construcción interior.
Y es que en estos días en los que vamos a estar un tanto apar- tados de la normalidad de nuestro vivir, son una oportunidad única para adquirir destrezas que ayu- den a la verdad de nuestro pro- pósito vital. Por eso, que el alejarte del “nosotros” comunitario y pa- rroquial, no signifique desenten- derte, sino un auténtico pensa- miento solidario… El descubri- miento de nuevos lugares no se traduzca en consumo sin medida, sino en viaje responsable… El en- cuentro con nuevas personas, un ejercicio de cuidado, encuentro y paz… El tiempo libre, una oportu- nidad para recrear la espirituali- dad, la acción de gracias y la re- conciliación con la creación…
Lo nuestro es, siempre, ser via- jeros, que se dejan afectar y en- señar; que se proponen aprender; que no ceden al escepticismo y confían en que todo puede em- pezar de nuevo. Lo nuestro es asomarnos a la vida, en cada una de sus etapas y, también, cuando se anuncia el descanso, para des- cubrir en ella una oportunidad para agradecer, reconocer y cre- ar. Siempre viajeros para entender la vida como ruta no acabada y escuela constante de novedad.
Y acercando la disyuntiva viajeros/turistas a nuestra condición de cristianos, también nos ofrece una sugerente enseñanza para que, cada uno, hagamos nuestro propósito de novedad. Seamos viajeros que memorizan nuevos escenarios de fe y nuevas llamadas de compromiso; superemos la ten- tación de participar en el segui- miento de Jesús, como turistas que se embelesan con lo exótico, sacan unas fotos, pero todo se quedará en una carpeta de re- cuerdo sobre la que no volverán.
Feliz verano y que todos seamos viajeros, no cansados, con ganas de aprender y dispuestos a de- volver a la vida una sonrisa para empezar de nuevo.