El otro día una persona fantástica me contaba que no le gusta decir de sí misma que es buena en algo. Me sorprendió, ya que se trata de alguien con muchas capacidades y, sobre todo, con un potencial inmenso. Ella simplemente prefiere decir que ciertas cosas se le dan bien.
Triunfar es raro e infrecuente
Y, ese mismo día, escuché a una psicóloga defender en una entrevista la aparente mediocridad de aquellos que, siendo la inmensa mayoría, no destacamos de forma excelente en algo ni somos ricos o famosos, por mucho que nos dejemos todo en el intento. Esta profesional recordaba que son muy pocos los que tienen unas características personales extraordinarias y que, además, son aún menos de entre ellos los favorecidos por ese golpe de suerte que les hace triunfar a los ojos del mundo. ¿Qué pasa entonces con todos los demás? ¿Qué imagen tenemos de nosotros mismos y de nuestra realidad?