Hace poco celebramos en Roma el Jubileo de la espiritualidad mariana. Es importante no perder de vista que la Virgen nos recuerda que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes. Por eso llamo a poner en práctica su “fuerza revolucionaria” del afecto.
Las virtudes de María
En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a los demás para sentirse importantes. Cada vez que miramos a María, volvemos a creer en la fuerza revolucionaria de la ternura y del afecto.