Ahora que comenzamos un nuevo curso, quizás sea el momento de evaluar cómo terminamos el anterior y cómo organizaremos éste que comienza. ¿No os parece que a menudo somos como ratoncillos, corriendo sin parar en una carrera hacia ninguna parte? ¿Queremos eso para este recién estrenado septiembre y los meses que le siguen? ¿Y qué lugar queremos que ocupe Dios en nuestra carrera?
La sociedad de la prisa
La sociedad actual está llena de prisa, rebosante de anglicismos que se cuelan en nuestra jerga profesional orientándonos hacia una sucesión de objetivos por cumplir. Contagiados de tanto supuesto entusiasmo y motivación a veces nos sentimos enérgicos, focalizados, altamente productivos y satisfechos de nuestra brillante imagen. Hasta que no podemos más, claro.